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"Sintió compasión", escribe Martín Ponce de León

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Algún texto evangélico nos plantea la existencia de una ética del cumplimiento y una ética de la compasión.

No quiere decir que una sea buena y la otra mala. Nos quiere decir que ambas pueden darse en conjunto y ello es bueno.

Lo que no es correcto es cuando nos quedamos, únicamente, con una de ellas.

Reiteradamente los relatos evangélicos nos dices que, ese Jesús que vino para llevar adelante la voluntad del Padre, sintió compasión por quienes acudían a Él.

El cumplimiento debe de estar al servicio de la compasión puesto que de allí se nutre, se fortalece y se hace oración cristiana.

Los relatos evangélicos, por sobre todas las cosas, nos quieren presentar a la compasión como actitud necesaria a nuestra condición de cristianos.

Muy poca eficacia le hacemos tener nuestro cumplir si no somos prácticos de la compasión.

Ser cristianos no es otra cosa que la necesidad de prolongar la vida de Cristo en nuestro hoy.

La realidad de la compasión nos indica cual debe ser nuestra actitud en relación para con los demás. Debemos brindar compasión y esperamos la tengan con nosotros.

Nuestro cristianismo no nos quiere como meros observadores de una realidad que nos es ajena o distante.

Tampoco nos quiere como ajenos a la realidad que viven la mayoría de los demás.

Nuestro cristianismo no podemos limitarnos a vivirlo en alguna burbuja de cristal que nos autoconstruimos o nos prestan para vivir.

Compasión es cercanía con el próximo.

Compasión es empatía.

Compasión es identificación.

La compasión no tiene lugar para los juicios al actuar de los demás.

La compasión implica la necesidad de respetar por más que, muchas veces, no implique aceptar.

La compasión es caminar juntos y, por ello, buscar juntos. No impongo lo mío ni acepto todo lo de los demás.

Lo más importante que requiere la compasión, porque es prioritario, es la necesidad de saber ver la realidad.

Podemos pasar por la realidad sin llegar a ver esas realidades que conviven con nosotros y requieren de nuestra compasión.

Podemos pasar por la realidad enfrascados en una situación que nos encierra en nosotros mismos y nos impide ver lo que nos rodea.

No vemos porque no sentimos la necesidad de transitar mirando lo que nos rodea.

No vemos porque no pretendemos complicarnos la vida con lo que implica experimentar compasión como Cristo nos lo requiere y muestra.

No vemos porque consideramos que lo de los demás no merece nos detengamos a verles puesto que ello nos hace desviar nuestra mirada del cielo.

Sin ver no hay compasión puesto que es una tarea bien concreta y real que requiere de acción.

En oportunidades necesitamos ser ayudados a ver e involucrarnos con esas realidades que están esperando de nuestra compasión.

Muchas son las veces que se hacen necesarias más de una mano para que la compasión pueda ser más efectiva.

La compasión no es la locura que pueden realizar algunas personas sino que es realidad esencial a la condición de quien se llama cristiano.

Para que pueda vivirse la compasión necesario se hace una prolongada comunión con Cristo y la voluntad de Dios.

Por ello es que debe llegarse a que la eucaristía no sea una obligación sino que sea una necesidad vivencial.

Él vivía en sintonía con el Padre y por ello sintió compasión de los demás.

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