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La primera cooperativa de viviendas de trabajadoras domésticas se hizo realidad en Uruguay

Nacional23/08/2024Redacción 220.UYRedacción 220.UY

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La primera cooperativa de trabajadoras domésticas ya es una realidad. Se encuentra en Nuevo París y está integrada por 36 familias que recibieron esta semana las llaves de las viviendas que ayudaron a construir con sus propias manos. La entrega de llaves contó con la presencia del Intendente de Montevideo, Mauricio Zunino, y el presidente del Instituto Cet Pvs, Pablo Antonaz.

La cooperativa Sol y Luna marca un nuevo hito dentro del Programa de Vivienda Sindical del Pit Cnt, que ya tiene terminadas más de 100 cooperativas donde viven casi 4.000 familias de trabajadores sindicalizados.

Las 36 viviendas de Sol y Luna fueron construidas con el sistema de construcción no tradicional M2 y obtuvo los recursos mediante el Programa de Vivienda Sindical  a través del Fondo Nacional de Vivienda, que es administrado en conjunto por las cooperativas y el MVOTMA, con el asesoramiento del Instituto Técnico Cet Pvs.

El préstamo otorgado permite cubrir el 85% del costo de la vivienda, el 15% restante se cubre con horas de ayuda mutua, dependiendo del reglamento.

“Hoy estamos re contentas porque después, de todo lo que pasamos, nos queda poquito para poder habitar. Para nosotras, las trabajadoras domésticas, es muy importante porque era la única manera de obtener una casa propia”, recordó Alejandra Magallanes, una de las fundadoras de la cooperativa.

En 2018 se aprobó el anteproyecto y el préstamo y en 2022 comenzaron las obras en el terreno ubicado en Gral. Hornos 5299, adjudicado en comodato por la Intendencia de Montevideo.

Magallanes recordó las obras fueron como “un combo de sacrificios”, ya que inicialmente eran mujeres agremiadas, jefas de hogar, que se organizaron en grupos y formaron una comisión que se dedicaban a buscar terrenos con poco éxito.

“A veces te daban ganas de bajar los brazos, era una lucha constante y desalentaba, por eso algunas abandonaron. De las fundadoras quedamos pocas y ahora se sumaron compañeras de otros sindicatos”, expresó.

“Si bien la cooperativa ya tiene nombre, si tuviera que elegir uno nuevo sería ‘Sangre, sudor y lágrimas’ porque fue duro empezar; llorábamos con mis compañeras”, recordó Magallanes.

Tanto el proceso de trámites como la construcción fueron afrontados por las propias trabajadoras que cubrieron con horas de ayuda mutua el proyecto, además de continuar con sus empleos

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