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"Bien claro", escribe Martín Ponce de León

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Martin Ponce de León 24332 (2)

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Los dos hechos a los que haré referencia en este artículo son productos de la vida real.

Dos hechos de similares características pero responden a dos personas distintas.

Dos hechos que ponen de manifiesto la necesidad que posee cierta gente de que se sea bien claro en lo que se le manifiesta puesto que su capacidad intelectual es muy reducida por diversas razones.

Los dos responden a un día de comedor y con dos de nuestros comensales a la mesa compartida.

Me encontraba pelando unas frutas para hacer el jugo con que se acompaña la comida.

Me informan que de la carnicería aún no han traído una donación que, siempre, nos hacen.

Como la mañana avanzaba resuelvo que lo mejor es comprar para esa oportunidad puesto que se guardará lo que traigan para la semana siguiente.

Uno de nuestros comensales se había sentado junto a mí y tomaba unos mates.

Sé de su disponibilidad a realizar mandados y por ello no dudé.

“¿Te animas a ir hasta la carnicería de la esquina y traer un kilo de chorizos y dos kilos de picada?”

“Si” me respondió dejando el mate y poniéndose de pie.

Le doy el dinero que, calculo, es suficiente. Lo toma y se queda mirándome.

Yo le miraba en su estatismo. Esperaba algo más y no sabía yo lo que podía ser.

“¿Qué falta?” le pregunté.

“No me dijo lo que tengo que comprar. Traigo picada y chorizos pero ¿qué compro?”

Pocos días después me sucedió el otro hecho similar.

Me encontraba dentro del auto repasando los títulos del diario.

Se me acerca y me dice: “¿Le puedo hacer un pedido”?

Ante mi respuesta afirmativa me pregunta: “¿Tiene yerba?”

“La verdad es que debo mirar. Miro y te contesto”

Se quedó junto a la ventanilla y me observaba mientras yo volvía a tomar el diario para continuar mirando los titulares.

No se movía de junto la ventanilla y su presencia no era muy cómoda.

“¿Vos quieres que ya vaya a mirar?”

“No, yo no tengo apuro. Pero aún no le he podido pedir nada”

“¿No me estás pidiendo que te dé un poco de yerba, si tengo?”

“Pero yo no se lo dije todavía”

“No importa. Ya adiviné lo que me querías pedir”

“Ah” y se retiró a la espera de mi respuesta.

Sin lugar a dudas muchas veces hemos hablado con ellos y, tal vez, no han entendido mucho puesto que se debe ser muy claro en lo que se les dice.

Parecería que lo que uno da por supuesto en una normal conversación no es tan así puesto que necesarias son todas las explicaciones que dejen bien claro lo que se solicita o plantea.

Vaya uno a saber las razones que pueden haber llevado a que sus capacidades intelectuales se vean tan disminuidas.

Con uno de ellos en una oportunidad conversábamos sobre su presencia en la ciudad puesto no es oriundo del departamento.

“Yo me propuse conocer a mis padres verdaderos pues a mí me adoptaron desde muy chico”

“¿Y tus padres estaban aquí y por eso viniste hasta aquí?”

Su respuesta fue clara y tajante e hizo se terminara la conversación: “No”

Sí, sin duda que muchas veces es muy difícil poder establecer un diálogo cuando resulta casi imposible poder continuar por el mismo sendero de sus razonamientos.

Muchas veces he manifestado que es muy importante que podamos establecer una cercanía desde lo de ellos y no pretender que ellos transiten por lo de nosotros.

Ahora he aprendido que para poder establecer una verdadera cercanía hay que ser bien claro en el hablar si se pretender ser bien entendido y no dar por supuesto cosas que parecen obvias.

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