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Repasando: la nueva reflexión de Martín Ponce de León

"La segunda parte de la frase, que siempre fue la que tenía más clara y más asumida, pretendía expresar lo que quería fuese testimonio de un estilo de vida dentro de la familia salesiana.", dice Ponce de León.

Reflexiones12/06/2025Redacción 220.UYRedacción 220.UY

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Martin Ponce de Leon 34244332

Hace muchos años me preguntaba sobre la manera de poder resumir lo que quería hacer de mi vida sacerdotal. Luego de mucho pensar y buscar alguna síntesis llegué a la conclusión que todo lo podía resumir en la frase: “Porque hijo en el Hijo, hecho todo para todos”

La primera parte de la frase fundamentaba mi deseo de poder ser coherente con el Jesús que iba descubriendo en los relatos evangélicos y que, sin lugar a dudas, aún continúo descubriendo

Un Jesús que tiene pleno sentido en cuanto persona que se debe descubrir y asumir como razón de la vida, no solamente en opciones sino, también, en estilo de vida. Un Jesús que siempre resulta más comprometedor y más exigente de una coherencia que aún estoy muy lejos de experimentar que puedo decir ya vivo.

A medida voy pasando los días de mi vida descubro que ser coherente con Él es un algo que me descubro lejano y cargado de limitaciones.

La segunda parte de la frase, que siempre fue la que tenía más clara y más asumida, pretendía expresar lo que quería fuese testimonio de un estilo de vida dentro de la familia salesiana.

Así como Jesús había hecho de su vida una opción preferencial por los más necesitados veía que Don Bosco también había realizado una opción similar y, por lo tanto, mi opción vital no podía transitar por otro camino. Para poder ser todo para todos debía intentar olvidarme, un algo, de mí y tener muy presente a los más necesitados.

Con el paso del tiempo fui aprendiendo que vivir dicha opción no era algo romántico, sino que implicaba poder experimentar, lo más cerca posible, a la pobreza.

Ha transcurrido mucho tiempo desde que decidí aquella frase fuese la manifestación de lo que deseaba realizar con y para mi vida. En oportunidades he deseado, ante la imposibilidad de lograr hacerla vida, modificar la misma y, siempre, he llegado a la certeza de no puedo hacer tal cosa ya que ello es lo que deseo con todas mis fuerzas.

Me resultaría una traición a lo que siento en lo profundo del ser dejar de intentar ser coherente con el Jesús de los evangelios, por más que sepa ello implica una entrega cotidiana de la que estoy muy lejos de vivir.

Me resultaría una cobardía imperdonable abandonar mis intentos de cercanía con los necesitados para poder aprender y entender a quienes viven siendo verdaderamente pobres. Una cosa es amar a los necesitados y otra, muy distinta, es vivir como un necesitado y ello es lo que deseo aprender.

La vida se ha ido encargando, voluntad de Dios mediante, de irme ayudando a aprender, pero me doy cuenta que me he quedado en el inicio del aprendizaje y, ahora, los años pesan y hacen que las ganas ya no pesen con la fuerza de los primeros tiempos y he debido modificar mis primeros intentos.

Hoy mirando aquella frase no puedo decir que me siento un fracasado al no haber podido lograrlo, pero sé que lo he intentado de muy diversas maneras y si no lo he logrado ha sido por limitaciones propias de mi ser y no por falta de voluntad en lograrlo.

Sé que, aún, me falta mucho camino por transitar, pero, sin ningún tipo de conformismo, reconozco tengo mucho camino por recorrer y muchísimo para seguir aprendiendo e intentando hacer vida, pero, también, algo he transitado por más que, muchas veces, me han censurado, cuestionado o reprobado mi manera de ser.

Siempre intenté volar con vuelo propio y, por ello, siempre escuché la voz de mi conciencia que, sobradamente, me hace saber estoy lejos de lograr el objetivo de mi vida sacerdotal, pero, aún hoy, continúo intentándolo.

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