"Delicado presente": la nueva reflexión de Martín Ponce de León

Qué distintas serían nuestras relaciones humanas si siempre supiésemos encontrar algo para compartir! Simplemente algo, dice Ponce de León.

Reflexiones30/07/2025Redacción 220.UYRedacción 220.UY

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Martin Ponce de Leon 34244332

Era temprano en la mañana y su presencia en la calle llamó mi atención. Suele dormir hasta un algo más tarde. Venía acompañado por dos más que, un poco más atrás que el, caminaban conversando. Él venía llevando entre sus manos una caja de las que contienen pizza.

Cruzó para saludarme mientras mantenía sus brazos extendidos sosteniendo aquella caja. Antes de saludar se quitó el sombrero para mostrarme se había cortado el pelo, “También te afeitaste” le dije yo. Nos saludamos. “Nos vamos para (me dijo el nombre de un barrio de la ciudad)”. “Van bien acompañados” le dije mientras tocaba la caja que llevaba cuidadosamente. “Es para convidar en la casa donde vamos”. “¡Pah, que distinción!”. “Sí, la encontramos en una volqueta y la llevamos para compartir allá”

Ante tal revelación no supe si reírme o sentir compasión por ellos. Llevaban, con sumo cuidado, algo que habían rescatado de una volqueta. Era algo que alguien había, por alguna razón, despreciado.

Al llegar a la esquina, ellos doblaban y yo seguía derecho. Nos despedimos y le digo: “Espero que llegue a destino y no la coman en el viaje”.  “No, tiene que llegar, así como está”. La lluvia caía mansa mientras ellos avanzaban conversando animadamente y uno de ellos llevaba entre sus manos el “delicado presente” que portaba.

¿Llegarían a destino con aquel presente? ¿Dirían el origen del mismo? ¿Cómo lo recibiría el dueño de la casa a donde iban al enterarse del origen del obsequio?

Ello me hizo recordar lo sucedido, hace muchos años, a dos viejos conocidos. Habían ido a Montevideo en busca de trabajo y el mismo no aparecía por ningún lado. Una tarde recorriendo una calle de la capital pasaron por un comercio y, en un tacho de basura, vieron una pizza. Siguieron caminando y uno le dice al otro: “¿Viste lo que había en la basura?” el otro contestó afirmativamente. Siguieron caminando mientras conversaban si tomarla y comerla o su situación no daba para tanto. Al final de la conversación llegaron a la conclusión que tenían hambre y ameritaba volver atrás y hacerse de la pizza allí vista. Rehicieron el camino y, con gran sorpresa, al llegar hasta el tacho de basura, constataron que otro había pasado, había tomado la pizza y los había dejado sin nada.

Estos, llevaban la pizza rescatada de una volqueta, como gran presente para compartir en el lugar hacia el que se dirigían.  Una pizza que, sin duda, habría sido desayuno – almuerzo si no hubiese sido que, a alguno de ellos, se le ocurrió el poder compartirlo en aquella visita que habrían de realizar.

Iba a titular este artículo bajo el nombre de: La importancia del compartir, pero, me pareció que ello era la enseñanza que yo había recibido y ello era nada más que consecuencia del hecho y no lo principal. Sin duda que lo de ellos era un buen gesto.

Ante el hecho, quedaba muy en segundo lugar, el que, a la pizza, la hubiesen rescatado de una volqueta ya que, para ellos, era algo para compartir. Era un presente que llevaban orgullosamente.

¡Qué distintas serían nuestras relaciones humanas si siempre supiésemos encontrar algo para compartir! Simplemente algo. Sea un algo para comer, un algo para beber, un algo de tiempo o trozos de vida.  

Muchas veces nos acercamos para pedir, para desahogarnos o esperando recibir algo y dejamos de lado lo más importante en nuestras relaciones que es el hecho de poder compartir. En oportunidades no tenemos tiempo y ello nos impide el escuchar que, siempre, es tan sabroso como el delicado presente que ellos llevaban para compartir

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