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"Cuestionamiento", escribe Martín Ponce de León

Los pobres, en la actividad de Jesús, no son una figura decorativa y mucho menos son fuente de imágenes conmovedoras que se pueden lucir para despertar la atención.

Reflexiones Redacción 220.UY Redacción 220.UY

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Martin Ponce de Leon 34244332

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Con motivo de cumplir diez años de pontificado se han realizado y publicado diversas miradas sobre la gestión del Papa Francisco.

Sin duda alguien que llegó al Vaticano sin estar contaminado de todo lo que hace a la curia romana.

Sin duda alguien que carecía de una mirada condescendiente con una mentalidad propia de una Europa que le era muy lejana.

Han sido diez años donde debió enfrentar diversas situaciones y algunas muy dolorosas o difíciles. Han sido diez años donde supo ganar admiración o aversión como toda gestión humana.

No voy a realizar un análisis de dicha gestión puesto que sería, intentar hacer tal cosa, algo demasiado audaz de mi parte.

Simplemente me quiero quedar con lo que centraba su análisis un autor cuyo escrito llegó hasta mis manos.

Él se quedaba en la acusación que realizaban algunos opositores de la postura del Papa Francisco y era el hecho de querer “pobretizar” a la Iglesia.

Se le señala al Papa de tener una mirada y unos gestos que no hacían otra cosa que poner en relevante lugar a la figura de los pobres.

Es evidente que tal postura no es una originalidad del Papa Francisco sino que no hace otra cosa que poner de relieve lo que ha sido la mirada de Jesús.

Los pobres, en la actividad de Jesús, no son una figura decorativa y mucho menos son fuente de imágenes conmovedoras que se pueden lucir para despertar la atención.

Los pobres son aquellos que dan razón a la presencia de “Dios hecho hombre” en medio de nosotros.

Se hizo hombre para tender una mano a aquellos que estaban necesitados y como consecuencia de esa necesidad se sabían “al borde del camino”

Se vivía una cultura que hacía que Dios pusiera “al borde del camino” a todos aquellos que no eran fieles a lo que la Ley proponía para su cumplimiento.

Dios se hizo hombre para mostrar que no era “un castigador” sino un “Padre misericordioso” y ello lo experimentaban quienes se sabían necesitados de esa misericordia.

Los necesitados eran, sin duda, los pobres y Jesús se acerca a ellos con una mirada preferente.

Jesús les mira para hacerles saber que son tenidos en cuenta no por lo que poseen sino porque son “hijos de Dios” y ello es lo que los hace dignos.

Lo del Papa no es una originalidad sino una fidelidad a lo de Jesús.

Claro que cuando se recalca esa mirada surgen a primera plana situaciones que no hacen otra cosa que reñir con ella.

Situaciones de privilegios, de abusos, de malversaciones, de poder o cuestiones por el estilo.

Eso, pese a estar reñido con lo de Jesús, ha estado muy dentro de muchos que han buscado en la Iglesia una fuente de privilegios y seguridades.

Claro que cuando ven que sus desvíos, por más enquistados que se encuentren, son puestos en evidencia y se hacen notorios, protestan, se quejan y hacen escuchar sus voces acusando desvíos en lo que los pone en evidencia puesto que no quieren perder ninguno de sus privilegios.

Quizás durante mucho tiempo soñaron con poder alcanzar alguno de esos privilegios que ahora le son quitados y protestan. Su voz se escucha y daña.

No es cuestión de sentirse responsables de haber de haber buscado, equivocadamente, determinados privilegios y, entonces, resulta mucho más sencillo acusar al Papa de tener una mirada equivocada.

Lejos de pretender “pobretizar” a la Iglesia se debería afirmar que no hace otra cosa que “Cristizar” a la misma.

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