La reflexión de Martín Ponce de León: "Todos los días es fiesta"
Eran casi las ocho de la mañana y ellos comenzaban el día tomando y, tal cosa, se prolongaría durante todo el día y todos los días.
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El cura párroco que está al frente de una importante obra social, con la puesta en marcha de un comedor que ya tiene varios años, habló con 220.UY sobre la realidad social que hoy se vive.
Reflexiones29/08/2024Redacción 220.UYCompartir
Una de las cuestiones que, me parece, resulta esencial a nuestra condición de cristianos es la necesidad de buscar. Creo que la presentación que los relatos evangélicos nos hacen de Jesucristo es la de un ser en constante búsqueda. No nos presentan a un ser instalado sino en constante transitar por los caminos de su tiempo. Nos presentan a un ser que busca el encuentro con las situaciones y no un ser que se dedica a que las mismas lleguen hasta él.
Por ello es que, creo, una actitud propia del cristiano, debe ser la de la búsqueda.
Evidentemente que es una búsqueda que parte del hecho de dejarse encontrar. Muchas veces hemos pensado en la necesidad de buscar a Cristo. Lo verdaderamente importante es dejarnos encontrar por él. Una vez que el nos ha encontrado es que comienza nuestra búsqueda. Será una búsqueda interminable puesto que es el constante intento de hacer vida a ese ser que nos ha encontrado.
Nuestra búsqueda se hace constante en la medida que vamos descubriendo a Cristo.
Cristo es un ser que se basa en la fe, pero, sin duda, hunde sus raíces en un ser histórico.
Por lo tanto, no es un alguien al que podemos inventar, sino que debemos descubrir.
Allí comienza nuestra búsqueda.
A medida nos vamos acercando a él, con el corazón abierto y la mente atenta, descubriremos que siempre existe algo más suyo para vivir.
Ello, sin duda es así. Es mucho más fácil quedarnos en el Cristo que, estructuradamente, se nos puede presentar que buscar serle fiel. Una vez que uno se ha metido en el intento de buscarle descubre que ya no puede regresar al cómodo y fácil de algunas prácticas.
Buscar la coherencia con un Cristo para la vida y desde la vida es una realidad que atrapa y nunca nos deja conformes. Es introducirnos en una búsqueda que nos hace saber que siempre estamos saliendo a la intemperie y transitando por caminos únicos.
Claro que es mucho más fácil transitar caminos donde la institución nos asegure la rectitud de nuestro tránsito. En oportunidades buscamos por caminos nuevos bajo la responsabilidad de alguien a quien poder responsabilizar de nuestra posible equivocación.
Pero la verdadera búsqueda es aquella de la que somos responsables a la vez que constructores del camino por el que transitamos. Es una búsqueda por caminos nuevos (al menos para nosotros). En una búsqueda donde existe la segura posibilidad de errores y equivocaciones. En una búsqueda donde habrá golpes, resbalones y caídas.
Pero es la búsqueda válida porque es la nuestra.
Un cristiano que no viva la necesidad de buscar debería preguntarse sobre el Cristo que dice vivir.
Diariamente comenzamos nuestro día descubriéndonos inmersos en un proyecto que nos trasciende e involucra. Diariamente comenzamos nuestro día enfrentándonos a realidades nuevas que debemos afrontar. Esas realidades nos deberán ayudar a crecer como personas y como cristianos en cuanto nos hacen saber intentando ser coherentes con la razón de nuestra vida.
Por ello, día a día, debemos buscar lo que Cristo espera realicemos para que el reinado de Dios crezca. No es una utopía sino una realidad que involucra todo lo que somos.
El reinado de Dios es un algo que crece desde nuestras actitudes y desde nuestras acciones. El reinado de Dios es una tarea que se construye con nuestras simples actitudes y con nuestras sencillas acciones diarias.
Por eso debemos buscar entre las cosas de la vida cotidiana la presencia de Cristo para intentar hacer de lo nuestro una respuesta, siempre, un poco más fiel.
Eran casi las ocho de la mañana y ellos comenzaban el día tomando y, tal cosa, se prolongaría durante todo el día y todos los días.
"Ya lo han intentado, infructuosamente, casi toda la noche. Una vez más no puede incomodar a nadie y le hacen caso al hombre de la orilla...", dice Ponce de León.
Son manos grandes y ásperas producto de muchos años dedicados a tareas diversas y exigentes.
Nuestro intento no pasa por ser una prolongada parodia de un personaje que debemos intentar imitar lo más perfectamente posible.
"Para que las claudicaciones no nos frustrasen. Para que supiésemos enfrentar la cruz sin reniegos ni miedos alienantes", dice Ponce de León.
"Ya lo han intentado, infructuosamente, casi toda la noche. Una vez más no puede incomodar a nadie y le hacen caso al hombre de la orilla...", dice Ponce de León.
En oportunidades la confusión nos puede hacer pasar un mal momento, pero, generalmente.....
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