
Creo que lo más difícil es ese elemental punto de partida como es el hecho de reconocer que nos equivocamos, que ofendemos.
Compartir
Hace mucho tiempo utilizaba con cierta frecuencia la expresión “Hay que transformar los Kronos en Kairós”
Dicha expresión habla de la necesidad de transformar “el tiempo en tiempo del Espíritu”
Me vino a la mente dicha expresión cuando escuché una publicidad que dice de “Transformar los ratos en momentos”
Es darle un sentido especial a lo que hacemos.
Es poner en nuestro actuar lo mejor de nosotros para que se transforme en algo importante y renovador.
Es dejar de lado, para nuestro actuar, realidades como “obligación”, “deber” o “cumplir”
Es intentar hacer lo que nos corresponde de la mejor manera posible porque sentimos la necesidad de hacerlo así.
Es poder preguntarnos, ante lo que hacemos, ¿Es eso lo que Dios quiere y espera de nosotros? ¿Con nuestro actuar ayudamos a que el Reino de Dios crezca entre nosotros?
Es poner en nuestra cotidianidad un contenido esencial que la hace única y, por lo tanto, diferente.
Podemos saludar a alguien porque así nos lo han enseñado. Porque nos han educado a que es lo que debe hacerse y ello está bien y es lo correcto.
Pero, también, podemos saludar a alguien porque ello es una manifestación de la alegría de nuestro encuentro con esa persona.
Puede, un saludo, transformarse en una oportunidad para salir de uno mismo y encontrarse con el otro.
Un saludo se puede transformar en una manifestación de alegría por encontrarnos con alguien, de manifestarle nuestra cercanía o de nuestro importarnos por esa persona.
Así podríamos ver todas nuestras actividades cotidianas para descubrir que las mismas se pueden transformar en la medida que pongamos en ellas lo mejor de nosotros y las realicemos con tal sentido.
Para quienes tenemos fe todo lo nuestro puede ser un descubrir la voluntad de Dios y poder realizarla conforme nuestras posibilidades.
Todo lo nuestro es una oportunidad para descubrirnos como partícipes de la construcción del Reino de Dios y desde nuestro interior transformamos nuestro actuar en un “tiempo del Espíritu”
Tiempo de Espíritu porque oportunidad para poner en el hoy esos valores que Jesús nos muestra hacen y dicen de una fraternidad plena en nuestro hoy.
Lo de Jesús pasa por construir fraternidad con nuestras relaciones interpersonales.
Para quienes tenemos fe no deberían existir las rutinas ya que cada oportunidad (que nos obsequia Dios mediante la vida) no solamente es única sino que, fundamentalmente, irrepetible.
Ello solamente es posible si logramos transformar nuestra actitud interior.
Los “momentos” son esas situaciones que se quedan en nuestro interior despertándonos una sonrisa de satisfacción o nos hacen reconocer las huellas de unas lágrimas.
Los “momentos” son esas instancias que se adentran en nosotros para pasar a formar parte de nuestros recuerdos.
Los “momentos” son situaciones normales que se transforman puesto que las vivimos de una manera muy especial.
Los “momentos” no existen como tales sino que los transformamos - construimos nosotros con nuestra postura interior.
Cundo, en nuestra vida no hay “momentos” no podemos reprocharle a ella tal carencia sino que debemos asumir nuestra responsabilidad de que ello suceda.
Todos estamos invitados a asumir una tarea transformadora de la realidad y, desde nuestra libertad, podemos asumir o desaprovechar tal responsabilidad.
Creo que lo más difícil es ese elemental punto de partida como es el hecho de reconocer que nos equivocamos, que ofendemos.
"Puede parecer un simple detalle producto del tiempo que ha transcurrido entre el hecho y su escritura, pero, también, dice mucho para la mentalidad religiosa de aquel tiempo", dice Ponce de León.
Deseos puesto que el año transcurrido nos ha dejado un cúmulo de experiencias y existen algunas que deseamos prolongarlas y se dan otras que debemos buscar o modificar, dice Ponce de León.
Quizás haya alguien a quien dicho perfume no le agrade por intenso o penetrante, por duradero o invasivo. Yo, debo reconocerlo, me descubro disfrutando de tal aroma, dice Ponce de León.
Eran casi las ocho de la mañana y ellos comenzaban el día tomando y, tal cosa, se prolongaría durante todo el día y todos los días.
"Ya lo han intentado, infructuosamente, casi toda la noche. Una vez más no puede incomodar a nadie y le hacen caso al hombre de la orilla...", dice Ponce de León.
Son manos grandes y ásperas producto de muchos años dedicados a tareas diversas y exigentes.
Nuestro intento no pasa por ser una prolongada parodia de un personaje que debemos intentar imitar lo más perfectamente posible.
El cura párroco que está al frente de una importante obra social, con la puesta en marcha de un comedor que ya tiene varios años, habló con 220.UY sobre la realidad social que hoy se vive.
"Para que las claudicaciones no nos frustrasen. Para que supiésemos enfrentar la cruz sin reniegos ni miedos alienantes", dice Ponce de León.