"Cambio regocijante", escribe Martín Ponce de León

Cuando le preguntaban por su cumpleaños solía decir “No me acuerdo”

Sin lugar a dudas nunca recibía un saludo o un detalle por su cumpleaños.

Con el paso del tiempo supo que algo especial hacía a su día.

Su cumpleaños no era un día más.

“¿Cuándo es tu cumpleaños?” “Para este año es”

Tiempo después sabía había un mes en el que lo celebraba. “Es en este mes”

Por ello es que me llamó mucho la atención cuando, hace poco, se llegó para hablarme de su cumpleaños.

Tenía la certeza de que era “esta semana” y quería invitar a su fiesta a… y la lista se prolongaba en abundancia de nombres.

Con la preparación de su cumpleaños estuvo casi todos los días de la semana. El jueves ya se había olvidado de su cumple y estaba con otros temas en su conversación.

Hoy (domingo), lo primero que hice fue saludarlo y, entonces, “Hoy es mi cumpleaños” fueron sus palabras más reiteradas.

Con cuanta persona se encontró fue alguien que se enteró del acontecimiento.

Recibía, ante su anuncio, diversos presentes que él recibía con inocultable alegría.

Cuando concluyó la eucaristía la comunidad le cantó el que los cumplas feliz y pronunció unas palabras de agradecimiento.

Al asumir el rol de orador se compenetra del papel y se pone muy serio y pronuncia largos discursos. Muchos no le entienden pero todos lo escuchan y él es dichoso de saberse escuchado.

“¿Cómo estuve en lo que dije?” me preguntará en varias oportunidades. “Una señora me dijo que hablé divinamente” me lo dirá reiteradamente.

De no prestarle atención a la fecha de su cumpleaños al hecho de darle tanta importancia ha pasado un buen tiempo.

El tiempo suficiente como para asumir que ese día es centro de atención y recibe abundantes saludos.

El tiempo suficiente como para pasar de una marginación absoluta a saberse tenido en cuenta.

El tiempo suficiente como para saber que ya no es un ignorado más, ahora es alguien.

Sin duda que ello es fruto del hecho de que se le ha comenzado a ver de otra manera de parte de mucha gente de la ciudad.

Antes era poco más que una cosa que adornaba las calles de la ciudad y ahora es todo un personaje aceptado y querido por todos.

La vida lo había llevado a la convicción de que a nadie le importase por más que siempre encontró manos solidarias que supieron cuidarlo de manera especial.

Hoy es alguien y sus cambios así lo hacen saber.

Hoy es alguien y, a su manera, se cuida de hablar lo mejor posible y de prestar atención a cosas que son suyas como el hecho de estar lo más presentable posible.

Aún resta mucho por insistir para que lo asuma.

Pero, sin lugar a dudas, ha realizado un camino de socialización muy importante.

Ha sido un camino donde ha ido asumiendo un rol que le permite saberse integrado a una sociedad que le conocía y apreciaba pero no lo integraba suficientemente.

Tiene muy en claro que “la cocinera del Praga” lo recibe con un café o que “la cocinera de la Coleso” le brinda algo para comer. Así podría nombrar a otros muchas personas que le han hecho saber se le quiere y respeta.

Poco a poco ha ido cambiando su relación con la gente porque ha cambiado su relación con él mismo.

Tiempo, paciencia y constancia han sido las claves que le han ayudado en su transformación interior.

Hoy está feliz porque, no se cansa de repetir, “Es mi cumpleaños”.

Sin duda que han de existir seres que están esperando se le preste un algo de atención para salir de su marginación y sin perder su identidad, integrarse a la sociedad a la que pertenece por derecho propio.