Columna: La historia continúa… , por Aníbal Durán

Aníbal Durán es el Director Ejecutivo de la Asociación de Promotores Privados de la Construcción del Uruguay (APPCU)

Columnas 25/09/2025Redacción 220.UYRedacción 220.UY

Compartir

IMG-20230601-WA0016


Allá por 1990 comenzó una suerte de quimera entre algunos soñadores. Se 
están cumpliendo 35 años. 
Tenían intereses comunes, objetivos que coincidían, aspiraban logros que 
servían a todas las partes, pero estaban dispersos. 
El promotor privado existe desde épocas ancestrales., pero en el decurso 
de los años no había tomado forma, asociarse. 
Y con esfuerzo, tenacidad y un pionero entre tantos que se llama RICARDO 
WEISS, se fue armando el rompecabezas. 
Muchas veces los hombres se ven y no se reconocen, se hablan, pero no se 
comprenden, se necesitan y no son solidarios, quedan solos, aunque 
compartan el mismo aire, el mismo sol y hasta los proteja el mismo techo. 
Fundada la gremial, en APPCU se reconocen, se comprenden, aunque 
puedan discrepar y la solidaridad juega un rol activo. 
Vaya que han dedicado su esfuerzo, talento y tiempo, una pléyade 
importante de directivos y allegados, que, sin buscar ninguna presea 
personal, se dedicaron en el anonimato a poner su granito de arena, en 
pos de dignificar la profesión de promotor privado, esa que a veces pasa 
desapercibida, pero que sin la misma no comienza la cadena virtuosa de 
inversión, trabajo, dinamización de la economía. 
El promotor de una obra privada está en el vértice de la pirámide, es quien 
invierte para que un proyecto inmobiliario o de la índole que sea, 
comience a germinar. Moraleja, si no existe dicho promotor (o 
desarrollador como lo nombran en otros lares), no hay inversión, no hay 
trabajo, no se produce fenómeno de ninguna especie. 
Ese promotor privado compra una tierra, arma un grupo financiero o no 
necesariamente, selecciona arquitectos y distintos profesionales, arrienda los servicios de una empresa constructora o construye con su gente y sin 
titubeos, comienza la obra. 
Y allí confluyen muchas responsabilidades, que a veces pasan 
desapercibidas. La más importante: que el obrero, el mando medio, el 
capataz, el profesional, los que trabajan en la obra, no sufran accidente 
alguno. Se vela por la seguridad como un mandato sagrado que no admite 
matices. 
Somos pioneros en el tema, desde el año 1994 formamos un grupo de 
trabajo en salud y seguridad laboral e ininterrumpidamente desde esa 
fecha hasta ahora, la seguridad es el mayor bien a preservar. Se capacitan 
obreros, se brindan talleres, se recorren obras, se despejan dudas, se 
interviene en el Ministerio de Trabajo, entre otras actividades que le caben 
a la gremial. 
Pero siguiendo con las responsabilidades, se está construyendo un 
emprendimiento inmobiliario (en el caso de un edificio), que dura varios 
años entre su inicio, finalización, ventas y como hemos escrito N veces, se 
está al socaire de una multiplicidad de factores que pueden erosionar lo 
previsto por el promotor, desde el precio del dólar, a situaciones 
intempestivas climáticas, paralizaciones de trabajo no previstas, y varios 
etcéteras más. 
Siempre repetimos y sin menoscabar un ápice el oficio del sastre: no es lo 
mismo confeccionar un traje que embarcarse en una aventura de un 
proyecto inmobiliario. 
Otra responsabilidad es que se convive con el factor climático (fue 
expresado); se construye a cielo abierto y muchas veces la naturaleza 
colide con el trabajo. 
Se suceden paros intempestivos, con o sin fundamento, con los cuales hay 
que lidiar.  
En fin; el espacio tirano no permite desarrollar otros tantos conceptos.  
Está impregnado en el “ser” de la asociación, que la ética y las buenas 
costumbres nos guiarán en las decisiones a tomar, lo que no nos exime de 
cometer errores. Pero es mejor hacer a la inercia, tomar decisiones a 
adoptar una actitud de parálisis y a ello se seguirá apostando. Que este surco que ha quedado impregnado, lo sucedan con dignidad 
promotores que dirigirán el gremio, cuerpo gerencial y funcionarios. Harán 
honor a una noble causa. 
Y tenemos mucha esperanza. Si no fuera por ésta, el corazón se 
rompería…, dice el adagio. 
Aníbal Durán (asesor) 

Te puede interesar
Lo más visto 220

220.UY | Más Información