
Poco a poco fue creciendo una sincera amistad producto de una entrega y solidaridad que se hacía imposible de no reconocer y aceptar., dice Ponce de León.
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Una persona, muy especial para mí, suele decirme que soy muy pedante. “Lo disimula pero se sabe”
Sin lugar a dudas es un alguien que me conoce y debo prestar mucha atención a su comentario puesto que, tal vez, es lo que trasmito con mi forma de ser.
Debo reconocer que intento corregir tal cosa puesto que nada me incomodaría más que acrecentar tal condición.
Nunca lo hubiese pensado y hasta que no me lo dijo no lo había tenido en cuenta y, mucho menos, lo había asumido como parte de mi realidad.
Quizás, por ello, es que me despiertan tanta admiración esos seres que saben ser de perfil bajo.
Esos seres que van marcando un camino sin que, por ello, hagan alarde de su condición.
No me resultó fácil asumir que debía comenzar a intentar menguar esa condición que esa persona veía y me hacía notar.
Tal vez por ello es que Dios ha querido poner en mi vida a tantos seres tan especiales puesto que debo aprender mucho de ellos si es que deseo ser mejor persona.
Es evidente que puedo realizar una lista de esas personas especiales que he ido encontrando a lo largo de mi vida y podría hacer un elenco de sus cualidades para tener un manual vivo de cómo se debe actuar.
En ese elenco habría de encontrar algunas pautas comunes y otras muy diferentes entre ellos.
Es que cada persona que Dios nos regala para que forme parte de nuestra vida posee realidades únicas que, sin duda, nos ayudan a que nos ayudemos a ser mejores como personas.
No es que cada una de esas personas sean mejores que las otras sino que son, únicamente, diferentes y, por ello, tan valiosas y especiales.
Me viene a la mente aquella persona que, aparentemente, es toda fortaleza y asperezas que pueden impedir que se llegue a su interior pleno de sensible solidaridad y notoria cercanía. Sabe asumir fundamentadas posturas que, en oportunidades, pueden resultar incómodas pero, también, dejar de lado lo suyo para jugarse la piel por lo que se ha resulto como camino a seguir.
Me viene a la mente el rostro de aquella persona que sabía hacer un culto a la cercanía y el acompañamiento. No era la que llevaba la voz cantante en la toma de decisiones pero hacía de su actitud un canto a la servicialidad y disponibilidad. Una vez que se empeñaba en alguna tarea sabía ser incondicional a la misma.
Me imagino a aquella persona que todo lo suyo está impregnado de delicadeza y sonrisas. De ella nunca se recibirá una palabra subida de tono ni un rostro crispado. Con su forma de actuar es demasiado elocuente como para resultar indiferente o intrascendente.
Recuerdo a ese ser que sabe salir a la intemperie para brindarse con el rostro pleno de amabilidad y comprensión. Se involucra tanto en las situaciones con las que se encuentra que las termina viviendo como suyas por más que sabe conservar esa distancia necesaria para poder ayudar a resolver los problemas.
Así podría dejar que mi mente vaya trayendo distintos rostros para ir descubriendo siempre he podido encontrar enseñanzas que, tal vez, no he sabido aprovechar debidamente.
Reconocer, es sin duda el primer paso. Dejarse ayudar (aprender) es la segunda realidad a tener en cuenta. Luego viene el comenzar a poner en práctica lo aprendido en las cosas cotidianas de la vida.
No es necesario esperar grandes momentos para comenzar a cambiar sino que se debe ir haciendo ejercicio en lo cotidiano.
El ir aprendiendo es una realidad que debemos ir ejercitando a diario y en todo lo que hacemos.
Lo importante no son los grandes saltos que podemos brindar sino los pequeños pasos constantes que debemos mantener
Poco a poco fue creciendo una sincera amistad producto de una entrega y solidaridad que se hacía imposible de no reconocer y aceptar., dice Ponce de León.
"La segunda parte de la frase, que siempre fue la que tenía más clara y más asumida, pretendía expresar lo que quería fuese testimonio de un estilo de vida dentro de la familia salesiana.", dice Ponce de León.
Por ello la fe no es otra cosa que una experiencia de encuentro personal con Dios, desde Jesucristo, que transforma nuestra vida. Experimentar tal encuentro debe conducir a una postura personal ante todo lo que hace a lo cotidiano de la vida.
Creo que lo más difícil es ese elemental punto de partida como es el hecho de reconocer que nos equivocamos, que ofendemos.
"Puede parecer un simple detalle producto del tiempo que ha transcurrido entre el hecho y su escritura, pero, también, dice mucho para la mentalidad religiosa de aquel tiempo", dice Ponce de León.
Deseos puesto que el año transcurrido nos ha dejado un cúmulo de experiencias y existen algunas que deseamos prolongarlas y se dan otras que debemos buscar o modificar, dice Ponce de León.
Quizás haya alguien a quien dicho perfume no le agrade por intenso o penetrante, por duradero o invasivo. Yo, debo reconocerlo, me descubro disfrutando de tal aroma, dice Ponce de León.
Eran casi las ocho de la mañana y ellos comenzaban el día tomando y, tal cosa, se prolongaría durante todo el día y todos los días.
"Ya lo han intentado, infructuosamente, casi toda la noche. Una vez más no puede incomodar a nadie y le hacen caso al hombre de la orilla...", dice Ponce de León.
Son manos grandes y ásperas producto de muchos años dedicados a tareas diversas y exigentes.
Luces bajo el hielo, clases para todos y una experiencia que deslumbra en Tres Cruces.
La Dirección General de Cultura de la Intendencia de Maldonado ofrece una amplia programación que se desarrollará en las distintas ciudades hasta el domingo 6 de julio inclusive. Todas son de acceso gratuito y dirigidas al público infantil.
La función está prevista para el viernes 18 de julio en Enjoy Punta del Este, con entradas en venta por SUTICKET.