
Poco a poco fue creciendo una sincera amistad producto de una entrega y solidaridad que se hacía imposible de no reconocer y aceptar., dice Ponce de León.
No soplaba puesto no había hendijas por donde pudiese entrar. Tenía entrada libre y lo aprovechaba para pasearse por el interior de la casa.
Reflexiones01/07/2021Compartir
A raíz del pequeño incendio sufrido en la casa parroquial se rompieron (y ya fueron repuestos gracias a la generosidad de alguien) unos vidrios del frente de la casa.
Parecería el viento se enteró de ello.
Ese viento que casi siempre pasa por la cumbre de la cuchilla donde está instalada la casa parroquial y el templo.
Ese viento que, en verano, quienes vienen a la eucaristía, disfrutan puesto que no se encuentra en el llano de la ciudad.
Esos días donde no había vidrios en la ventana ni en la puerta, se puso de frente y soplaba con fuerza.
No soplaba puesto no había hendijas por donde pudiese entrar. Tenía entrada libre y lo aprovechaba para pasearse por el interior de la casa.
Con algún nylon intenté acortar el espacio que tenía en la ventana y en la puerta pero, igual, entraba con comodidad.
Entraba y recorría la casa como si estuviese aprovechando la oportunidad para conocer el interior de la misma o para acortar camino y continuar andando.
Entraba y hacía notar su presencia puesto que se le había dado por soplar de frente a la casa.
Fueron varios días donde constantemente el viento no encontró la oposición de los vidrios ausentes.
Al día siguiente de la reposición de los vidrios el viento dejó de soplar. Daba toda la impresión de que lo había hecho con total certeza de que no estaban los vidrios y nada le impedía el paso. Cuando supo ya no podía ingresar más dejó de empeñarse en ello.
Manifesté que nunca en mi vida había valorado tanto la presencia de los vidrios como en esta oportunidad.
Son de esas realidades que siempre están pero nunca valoramos suficientemente.
Muchas veces he manifestado la necesidad de valorar y agradecer las pequeñas cosas que hacen a nuestro diario vivir pero nunca había presado atención a los vidrios.
Nunca les había visto como tan importante razón para la gratitud.
Nunca les había prestado la atención que, verdaderamente, se merecen.
Necesité convivir con el viento dentro de la casa para darme cuenta de lo importantes y necesarios que son.
Sin lugar a dudas han de haber, en mi vida, otras muchas pequeñas cosas a las que no les brindo la debida atención.
Nos acostumbramos a que ello está cumpliendo su tarea pero no los observamos como debidamente importantes y, lo que es más, jamás agradecemos su presencia.
Necesité convivir con el viento correteando dentro de la casa para darme cuenta lo importante que ellos eran en lo cotidiano.
Sin viento la casa era mucho más confortable y ello se lo debía a los vidrios.
Sin viento correteando por los rincones de la casa esta se volvió confortable.
Por ello, hoy, comparto esta experiencia para que usted no deje de valorar esas muchas pequeñas cosas que hacen a su diario vivir.
Pueden ser insignificantes, como los vidrios de una ventana, pero tienen mucho que ver con su estar a gusto dentro de su hogar.
He intentado comenzar a mirar y valorar con ojos distintos esas pequeñas cosas con las que uno convive y, muchas veces, no se detiene a observar y agradecer.
Son pequeñas cosas que siempre están y, por ello, uno se acostumbró a su presencia y no le da la verdadera importancia que ellas tienen.
Es necesario algún evento extraordinario para prestarle la debida atención.
Es necesario algún acontecimiento que no se le desea a nadie para poder descubrir, en su justa medida, la real importancia que poseen.
Sin lugar a dudas ha sido un evento que Dios puso en mi vida para que, entre otras cosas, pudiese aprender el valor de las pequeñas cosas.
Poco a poco fue creciendo una sincera amistad producto de una entrega y solidaridad que se hacía imposible de no reconocer y aceptar., dice Ponce de León.
"La segunda parte de la frase, que siempre fue la que tenía más clara y más asumida, pretendía expresar lo que quería fuese testimonio de un estilo de vida dentro de la familia salesiana.", dice Ponce de León.
Por ello la fe no es otra cosa que una experiencia de encuentro personal con Dios, desde Jesucristo, que transforma nuestra vida. Experimentar tal encuentro debe conducir a una postura personal ante todo lo que hace a lo cotidiano de la vida.
Creo que lo más difícil es ese elemental punto de partida como es el hecho de reconocer que nos equivocamos, que ofendemos.
"Puede parecer un simple detalle producto del tiempo que ha transcurrido entre el hecho y su escritura, pero, también, dice mucho para la mentalidad religiosa de aquel tiempo", dice Ponce de León.
Deseos puesto que el año transcurrido nos ha dejado un cúmulo de experiencias y existen algunas que deseamos prolongarlas y se dan otras que debemos buscar o modificar, dice Ponce de León.
Quizás haya alguien a quien dicho perfume no le agrade por intenso o penetrante, por duradero o invasivo. Yo, debo reconocerlo, me descubro disfrutando de tal aroma, dice Ponce de León.
Eran casi las ocho de la mañana y ellos comenzaban el día tomando y, tal cosa, se prolongaría durante todo el día y todos los días.
"Ya lo han intentado, infructuosamente, casi toda la noche. Una vez más no puede incomodar a nadie y le hacen caso al hombre de la orilla...", dice Ponce de León.
Son manos grandes y ásperas producto de muchos años dedicados a tareas diversas y exigentes.
Luces bajo el hielo, clases para todos y una experiencia que deslumbra en Tres Cruces.
La Dirección General de Cultura de la Intendencia de Maldonado ofrece una amplia programación que se desarrollará en las distintas ciudades hasta el domingo 6 de julio inclusive. Todas son de acceso gratuito y dirigidas al público infantil.
La función está prevista para el viernes 18 de julio en Enjoy Punta del Este, con entradas en venta por SUTICKET.