
Creo que lo más difícil es ese elemental punto de partida como es el hecho de reconocer que nos equivocamos, que ofendemos.
Cuando somos niños muchas cosas se nos imponen y las aceptamos y cumplimos porque ello es lo que, se nos ha dicho, es lo que debemos hacer....
Reflexiones01/09/2023Compartir
Es evidente que lo esencial pasa por nuestra postura ante la vida y todo lo que ello implica.
Importa que los instrumentos que nos ayudan a tener una postura correcta no se nos transformen en lo esencial. Son importantes pero instrumentos al fin.
Importa que nuestra relación con los demás no sea el resultado de una obligación sino el resultado de una postura vital.
Cuando somos niños muchas cosas se nos imponen y las aceptamos y cumplimos porque ello es lo que, se nos ha dicho, es lo que debemos hacer.
Cuando hemos madurado ya no es válido el que vivamos para cumplir obligaciones impuestas sino que debemos animarnos a sumir nuestras posturas.
Al asumir algo lo hacemos con la convicción de que ello es útil y necesario.
Es así como vamos quedándonos con aquello que resulta esencial para nuestra vida.
Allí asumimos que lo necesario no es lo que cumplimos sino la manera con que hacemos las cosas.
Lo importante no es, solamente, lo que se realiza sino la intencionalidad que ponemos en lo que se hace.
Lo esencial no pasa por detalles sino por esas realidades profundas que hacen y dicen de nuestra intencionalidad. Es allí donde depositamos los valores que dicen y hacen a lo esencial de nuestra postura vital.
Los valores son los que dicen de nuestra vivencia más profunda y hacen a central de nuestra realidad.
No hay ningún valor que nos encierre en nosotros mismos ya que ellos dicen de nuestra condición de personas y ella es que seamos seres en relación.
No somos seres que viven en “relación de manada” sino que somos personas y jamás debemos perder nuestra condición de tales.
Hay seres que viven para hacer lo que se les manda y son muy buenos en ello pero no pierden su condición de infantiles aunque estén cargados de años.
Hay seres que viven encerrados en ellos mismos y, sin proponérselo, reniegan de su condición de personas.
Las verdaderas personas son aquellas que se relacionan con los demás para ayudar y ayudarse a ser plenamente tales.
Son aquellas que ponen su vida al servicio del entorno en el que viven ayudando a que otros hagan de su existir un algo cada vez más digno.
Son aquellos que no dudan por brindar una mano colmada de desinterés, disponibilidad y cercanía.
Son aquellos que se mueven motivados por valores que hacen y dicen (por sobre todas las posibles palabras) de su condición personal.
Son aquellos que no dudan en brindarse, con realismo y sentido común, para que otros se sepan más dignos.
Son aquellos que llegan a comprender que necesitan ser ayudados para no bajar los brazos ni resignarse ante los conflictos que, reiteradamente, deba enfrentar.
La persona se nutre y hace acto todo aquello que hace directa referencia a lo esencial.
Lo esencial son valores y los mismos impulsan a una relación con los demás que los prolonguen y hagan crecer.
Los valores que hacen a lo esencial no son una carga ni un peso que se hace vida sino que son promotores de libertad y ella siempre es realización y alegría puesto que esbozo de plenitud personal
Creo que lo más difícil es ese elemental punto de partida como es el hecho de reconocer que nos equivocamos, que ofendemos.
"Puede parecer un simple detalle producto del tiempo que ha transcurrido entre el hecho y su escritura, pero, también, dice mucho para la mentalidad religiosa de aquel tiempo", dice Ponce de León.
Deseos puesto que el año transcurrido nos ha dejado un cúmulo de experiencias y existen algunas que deseamos prolongarlas y se dan otras que debemos buscar o modificar, dice Ponce de León.
Quizás haya alguien a quien dicho perfume no le agrade por intenso o penetrante, por duradero o invasivo. Yo, debo reconocerlo, me descubro disfrutando de tal aroma, dice Ponce de León.
Eran casi las ocho de la mañana y ellos comenzaban el día tomando y, tal cosa, se prolongaría durante todo el día y todos los días.
"Ya lo han intentado, infructuosamente, casi toda la noche. Una vez más no puede incomodar a nadie y le hacen caso al hombre de la orilla...", dice Ponce de León.
Son manos grandes y ásperas producto de muchos años dedicados a tareas diversas y exigentes.
Nuestro intento no pasa por ser una prolongada parodia de un personaje que debemos intentar imitar lo más perfectamente posible.
El cura párroco que está al frente de una importante obra social, con la puesta en marcha de un comedor que ya tiene varios años, habló con 220.UY sobre la realidad social que hoy se vive.
"Para que las claudicaciones no nos frustrasen. Para que supiésemos enfrentar la cruz sin reniegos ni miedos alienantes", dice Ponce de León.