
No me creo su saludo, pero el mismo produce un cierto escozor en mi interior. En momentos me gustaría gritarle solicitándole no me diga más tal cosa., dice Ponce de León.
"Muchas veces he hablado de ti pero, ahora, no te reconocía y todas mis palabras se atragantaron en mi interior", dice Ponce de León.
Reflexiones18/01/2024Compartir
En diversas oportunidades los relatos evangélicos nos plantean la necesidad de vivir al encuentro con Jesús como una fiesta.
Fiesta dice de celebración y alegría.
Fiesta dice de encuentro que se comparte.
Fiesta dice de intercambio pleno de espontaneidad.
Sin duda que Jesús se nos presenta buscando, con cada uno de nosotros, un encuentro pleno de naturalidad.
Jesús buscaba, con mucha frecuencia, los encuentros con los demás comida mediante.
Eran encuentros distendidos donde la fraternidad primaba por sobre todo.
Es muy fácil dejar volar la imaginación e imaginar aquellos encuentros “mesa por medio”
Quienes le recibían desearían escuchar todos y cada uno de sus relatos colmados de vivencias que despertaban fascinación.
Quienes le recibían no quitarían los ojos de sobre aquel ser que comía con frugalidad y conversaba con naturalidad.
Jesús, en sus comidas, no era “el personaje” atendido sino el amigo que se encuentra y comparte.
Una mesa sencilla, sin necesidad de grandes protocolos, una comida simple, sin mucho bullicio pero con gran intimidad y regocijo.
Era un momento donde todo resultaba disfrutable.
Era disfrutable recibir a Jesús y contemplar los rostros luminosos de quienes lo recibían.
Era una fiesta donde cada presente disfrutaba lo que tal encuentro iba despertando en su corazón.
Aquellos encuentros eran una fiesta en el mejor sentido de la palabra.
Una fiesta sin más música que las vibraciones que el corazón despertaba.
Una fiesta sin más gozo que el poder compartir la mesa.
Una fiesta donde, en oportunidades, las mejores palabras eran los silencios y las miradas.
Una fiesta donde no había ni un protocolo a seguir ni un ritual que cumplir.
Con el paso del tiempo se fue sustituyendo la fiesta por la solemnidad y los ritos.
Resultaba casi una falta de respeto el encontrarse con Jesús con espontaneidad y naturalidad.
También se buscaba que la universalidad fuese una realidad tenida en cuenta. Para ello se buscó una uniformidad que fue llevando a que se perdiese la fiesta. Entró la solemnidad, la estructura, lo convencional y lo ritual.
Son muy respetables quienes necesitan de mucha solemnidad para poder entrar en sintonía con lo trascendente.
Deberían ser muy respetables quienes buscan retomar aquello de que el encuentro con Jesús es, en primer lugar, una fiesta y se animan a dar pasos en tal sentido.
Para Jesús ha de ser mucho más significativo aquel encuentro “mesa por medio” que algunos rituales cargados de solemnidad que saben poner distancias.
Jesús es encuentro personal.
Jesús es fiesta de encuentro.
Jesús es gozo compartido.
Para ello debemos recuperar el sentido de la fiesta y animarnos a hacerlo celebración.
No me creo su saludo, pero el mismo produce un cierto escozor en mi interior. En momentos me gustaría gritarle solicitándole no me diga más tal cosa., dice Ponce de León.
"Debo reconocer que esto es una realidad nueva en mi vida puesto que nunca había pasado por una situación similar", dice Ponce de León.
Qué distintas serían nuestras relaciones humanas si siempre supiésemos encontrar algo para compartir! Simplemente algo, dice Ponce de León.
Poco a poco fue creciendo una sincera amistad producto de una entrega y solidaridad que se hacía imposible de no reconocer y aceptar., dice Ponce de León.
"La segunda parte de la frase, que siempre fue la que tenía más clara y más asumida, pretendía expresar lo que quería fuese testimonio de un estilo de vida dentro de la familia salesiana.", dice Ponce de León.
Por ello la fe no es otra cosa que una experiencia de encuentro personal con Dios, desde Jesucristo, que transforma nuestra vida. Experimentar tal encuentro debe conducir a una postura personal ante todo lo que hace a lo cotidiano de la vida.
Creo que lo más difícil es ese elemental punto de partida como es el hecho de reconocer que nos equivocamos, que ofendemos.
"Puede parecer un simple detalle producto del tiempo que ha transcurrido entre el hecho y su escritura, pero, también, dice mucho para la mentalidad religiosa de aquel tiempo", dice Ponce de León.
Deseos puesto que el año transcurrido nos ha dejado un cúmulo de experiencias y existen algunas que deseamos prolongarlas y se dan otras que debemos buscar o modificar, dice Ponce de León.
Quizás haya alguien a quien dicho perfume no le agrade por intenso o penetrante, por duradero o invasivo. Yo, debo reconocerlo, me descubro disfrutando de tal aroma, dice Ponce de León.
Eran casi las ocho de la mañana y ellos comenzaban el día tomando y, tal cosa, se prolongaría durante todo el día y todos los días.
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No me creo su saludo, pero el mismo produce un cierto escozor en mi interior. En momentos me gustaría gritarle solicitándole no me diga más tal cosa., dice Ponce de León.