220.UY | Seguinos en redes

"Oportunidad", reflexiona el Padre Martín Ponce de León

Por ello, crecer y madurar es identificarnos con todo lo suyo y, lo sabemos, ello es un largo proceso pleno de amor.

Reflexiones Redacción 220.UY Redacción 220.UY

Compartir

Banner Intendencia de Soriano ABRIL23

padre martin ponce de leon

220-Horizontal

Comenzamos un tiempo de una muy especial oportunidad.

Es un tiempo para vivir con toda la intensidad del amor.

Es un tiempo donde nos encontramos cara a cara con Jesús para aprovechar la oportunidad que nos brinda para poder crecer en su amor.

Todo se nos hace oportunidad e invitación a crecer en su amor.

Somos muy conscientes de que estamos muy lejos de ser una prolongación de Jesús.

Por ello es que nos regala este tiempo para que podamos crecer en Él.

Este tiempo de invitación al cambio solamente posee pleno sentido desde la realidad del amor.

Ese amor que nos invita a buscar los medios de agradar al ser amado.

Ese amor que nos hace saber que siempre existe la oportunidad de crecer en identidad para con Él.

Se nos muestra para que asumamos nuestra realidad y no nos conformemos con ella.

Se nos muestra para ponernos de manifiesto lo que es de su agrado.

Se nos muestra para hacernos saber que está junto a nosotros y nunca nos abandona.

Se nos muestra para que, junto a Él, intentemos un cambio que nos ayudará a agradarle un algo más.

Toda nuestra vida es un prolongado proceso de crecimiento y maduración.

Como cristianos nuestra plenitud se encuentra en la comunión de identidad con Él.

Por ello, crecer y madurar es identificarnos con todo lo suyo y, lo sabemos, ello es un largo proceso pleno de amor.

Amor de su parte y amor de nuestra parte.

Sin amor, este tiempo, es un empeño carente de la plenitud de sentido.

Solamente cambiamos radicalmente cuando nos motiva el amor y, por ello, este es un tiempo donde debemos saber mirar y dejarnos mirar a los ojos.

No es un tiempo para “lo nuestro” sino que es un tiempo intenso para la oportunidad de crecer en “lo suyo”.

Para nosotros es un tiempo de conversión, para Él es un tiempo de comunión, para los demás es un tiempo de recibir los frutos de nuestro cambio.

En toda nuestra vida de cristianos estas son tres realidades que deben darse en conjunción de amor.

Porque amo renuncio a algo mío y permitir que algo suyo crezca en mí.

Porque me ama me manifiesta lo que debo cambiar para poder agradarle un algo más.

Porque amamos ponemos en nuestra actividad esa realidad de amor que se hace servicio y solidaridad con los demás.

Es por este amor desbordante que debemos celebrar este tiempo con un inmenso gozo.

No lo entiendo como un tiempo gris sino luminoso porque pleno de amor.

Por amor realizamos impensadas renuncias.

Por amor nos vemos involucrados en insospechados empeños.

Nuestro cambio no responde a lo que se nos ocurra más conveniente sino que debe responder a lo que a Él más le agrada. Por ello es que este es un tiempo para contemplarle.

Nuestro cambio, porque responde a lo de Jesús, jamás es un algo que queda en buenos propósitos, pensamientos o deseos. Debe ser un algo que, como todo lo suyo, se hace servicio a los demás.

Agradarle es ser más útil, ser más solidario, ser más servicial estando más cercano a los demás.

Pongamos luces y colores. Pongamos blanco y flores. Celebremos esta oportunidad de amor que se nos obsequia.

Celebremos este tiempo de cuarenta días antes de la Pascua poniendo en práctica nuestra capacidad de dejarnos transformar por el amor poniéndolo al servicio de los demás.

Es una oportunidad para sonreír porque el amor siempre hace crecer en nosotros lo mejor.

Lo más visto

220.UY | Más Información

Banner-Estilo-Radio