
Poco a poco fue creciendo una sincera amistad producto de una entrega y solidaridad que se hacía imposible de no reconocer y aceptar., dice Ponce de León.
Del cuidado de los primeros meses (lejanos primeros meses) hemos pasado a una realidad donde hemos bajado los cuidados y ello nos ha llevado a volver a ellos debido a que los contagios crecen.
Reflexiones27/11/2020Compartir
La pandemia nos hace vivir, todos los días, momentos especiales.
Poco a poco van creciendo los casos, los hisopados y los “cuarentenados”.
Del cuidado de los primeros meses (lejanos primeros meses) hemos pasado a una realidad donde hemos bajado los cuidados y ello nos ha llevado a volver a ellos debido a que los contagios crecen.
Vivimos, gracias a la pandemia, un año por demás especial.
Hemos aprendido a utilizar un lenguaje propio de la situación.
Hemos incorporado conductas que ni remotamente podíamos suponer un año atrás.
A nivel de Iglesia comenzamos a vivir un tiempo especial porque un tiempo de preparación.
Creo que, como en muy pocas oportunidades, este tiempo nos encuentra preparados para vivirlo de manera muy intensa.
Comenzamos a vivir el tiempo de preparación para celebrar lo irrupción del amor de Dios, hecho persona, en nuestra historia.
Tal preparación nos debe encontrar muy involucrados y comprometidos con ella.
Así como la pandemia nos enseñó a estar atentos este tiempo de preparación nos debe encontrar muy atentos.
No habrá mucha oportunidad para grandes fiestas (es lo que uno espera) sino que deberemos prestar particular atención a lo esencial.
Lo esencial es celebrar el amor de Dios entre nosotros.
Ese amor que podemos descubrir irrumpiendo en nuestras vidas de muy diversas maneras y haciéndonos adquirir actitudes que nos llevan a intentar vivirlo y corresponderlo.
Ese amor que nos hace vivir con un prolongado gracias a flor de piel porque sabiéndonos privilegiados con él.
Ese amor que constantemente debemos intentar hacer crecer en nuestras realidades cotidianas como forma de responder a su presencia entre nosotros.
No debemos estar preparados para una fecha o un recuerdo. Debemos prepararnos para la celebración de una realidad que nos involucra plenamente.
Debemos prepararnos para asumir un compromiso donde nada de lo nuestro queda al margen.
Debemos prepararnos para un compromiso que se traduce en actitudes bien concretas y realistas.
Así como durante este tiempo hemos aprendido que el cuidarnos implica actitudes reales nuestra preparación de este tiempo debe llevarnos a asumir tareas plenas de realismo.
El amor que Dios nos tiene no es una hermosa teoría ni una bonita utopía. Es una realidad plena de hechos concretos en nuestra historia personal. Por ello es que involucrarnos con la preparación para celebrar tal irrupción de amor debe ser acompañada de gestos bien concretos.
Nada nos debe impedir disfrutar a pleno de la vivencia de ese amor.
Nada nos debe impedir perder la vivencia del amor en nuestra vivencia cotidiana.
Hemos vivido, casi un año, atentos a los avatares de la pandemia. Estamos ejercitados para vivir un mes comprometiéndonos con el amor que Dios nos quiere renovar y obsequiar.
Esta Navidad que se acerca nos debe encontrar suficientemente atento y preparado para esperarle.
Así como la pandemia nos ha hecho vivir un prolongado tiempo especial este tiempo de preparación a la Navidad también nos debe hacer vivir un tiempo especial.
Deberá ser una preparación distinta y única puesto que, año a año, vivimos una Navidad que se nos vuelve única.
Año a año vivimos una Navidad para un tiempo que no volverá a repetirse como esperamos no vuelva a repetirse todo lo que hemos debido vivir a lo largo de este año que, por momentos, se hizo muy prolongado.
Poco a poco fue creciendo una sincera amistad producto de una entrega y solidaridad que se hacía imposible de no reconocer y aceptar., dice Ponce de León.
"La segunda parte de la frase, que siempre fue la que tenía más clara y más asumida, pretendía expresar lo que quería fuese testimonio de un estilo de vida dentro de la familia salesiana.", dice Ponce de León.
Por ello la fe no es otra cosa que una experiencia de encuentro personal con Dios, desde Jesucristo, que transforma nuestra vida. Experimentar tal encuentro debe conducir a una postura personal ante todo lo que hace a lo cotidiano de la vida.
Creo que lo más difícil es ese elemental punto de partida como es el hecho de reconocer que nos equivocamos, que ofendemos.
"Puede parecer un simple detalle producto del tiempo que ha transcurrido entre el hecho y su escritura, pero, también, dice mucho para la mentalidad religiosa de aquel tiempo", dice Ponce de León.
Deseos puesto que el año transcurrido nos ha dejado un cúmulo de experiencias y existen algunas que deseamos prolongarlas y se dan otras que debemos buscar o modificar, dice Ponce de León.
Quizás haya alguien a quien dicho perfume no le agrade por intenso o penetrante, por duradero o invasivo. Yo, debo reconocerlo, me descubro disfrutando de tal aroma, dice Ponce de León.
Eran casi las ocho de la mañana y ellos comenzaban el día tomando y, tal cosa, se prolongaría durante todo el día y todos los días.
"Ya lo han intentado, infructuosamente, casi toda la noche. Una vez más no puede incomodar a nadie y le hacen caso al hombre de la orilla...", dice Ponce de León.
Son manos grandes y ásperas producto de muchos años dedicados a tareas diversas y exigentes.
Siempre tendremos algo para mejorar y, siempre, tendremos algo para convertirnos.
3 de diciembre, en el Estadio Centenario. ¡A 25 años de su último concierto en Montevideo!
Es la primera vez que un artista agrega segunda función en este recinto armado para 50.000 personas. Nueva fecha: 4 de diciembre