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"Respondiendo", por Martín Ponce de León

No basta amar, necesario es demostrar que se ama decía Don Bosco.

Reflexiones Redacción 220.UY Redacción 220.UY

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Me preguntaste: ¿Qué es la Pascua?

Sabía que podía limitarme a decir: Pascua significa paso o pasaje
Sabía que podía añadir el significado cristiano de la celebración pascual o relatarte el significado original de esta fiesta del pueblo judío.
Pero, también lo sabía, no podía quedarme en el tiempo. Porque la pascua no es un hecho que se ha quedado en el pasado. Sería quitarle vigencia pero, fundamentalmente, vivencia.
Para los cristianos es un acontecimiento de ayer que se reitera y revive hoy.
Creemos en Jesucristo, Señor de la Pascua.
Jesús de Nazareth sin su Pascua no sería otra cosa que un personaje histórico.
Jesús de Nazareth, cos su Pascua es, en cuanto Cristo, razón de nuestra fe.
Por lo tanto, desde su Pascua, es El Viviente.
Nuestra fe en Él nos lleva a saber, con certeza, que debemos tener una fe viva y, por ello, manifestada en nuestra vida.
Nuestra fe no es un recuerdo. Nuestra fe no es una ideología.
Nuestra fe es una postura ante la vida y, por ello, ante Dios y los demás.
Todo lo nuestro debe ser una expresión de nuestra fe.
La vivencia de la Pascua se manifiesta en expresiones bien concretas.
 No basta amar, necesario es demostrar que se ama decía Don Bosco.
Parafraseando dicha manifestación se podría decir: No basta creer, necesario es demostrar que se cree.
Es allí donde se hace necesario poner en juego toda nuestra experiencia pascual.
Es animarnos a despojarnos de nuestras ataduras, de nuestros condicionantes y animarnos a saltar a las manos de Dios.
Jesucristo nos está demostrando que es posible ser plenamente libre como para vivir nuestra condición de hijos de Dios.
Jesucristo nos está demostrando que se puede amar hasta las últimas consecuencias.
Jesucristo nos está enseñando a, teniendo a Dios como razón de la vida, que es posible tener para con el otro un trato personal y hacerlo centro de nuestro actuar.
Para todo ello necesario se nos hace un cambio profundo en muchas de nuestras actitudes y ello es la pascua que, en Cristo, estamos llamados a vivir.
Algo nuestro es necesario que muera, algo suyo es necesario que se haga vida en nosotros.
Ello es lo que celebramos en cada eucaristía e intentamos vivir de un modo fuerte en este tiempo de Pascua.
La vivencia plena de la Pascua de Cristo es un grito muy fuerte y claro para cada uno de nosotros: Es posible el hombre nuevo.
El hombre libre. El hombre sin miedos.
El hombre al servicio de los demás. El hombre necesitado de los otros.
El hombre con plena capacidad de soñar. El hombre con la esperanza intacta.
El hombre con la solidaridad a flor de piel. El hombre con vivencias de amistad.
El hombre en comunión con los demás.
El hombre capaz de creer en el otro y, por lo tanto, con capacidad de manifestaciones de amor que se hacen respeto, comprensión, aceptación y diálogo.
El hombre nuevo es posible.
¿Cómo explicarle que comenzar a serlo es la Pascua?
¿Cómo explicar esta realidad que intenta ser desde hace 2000 años?
Pero no es una responsabilidad que trasladamos a los demás sino que es una realidad que comenzamos a hacer nuestra.
Tampoco es una experiencia puramente individualista.
Porque el hombre nuevo es en nosotros comienza a ser en nuestro entorno.
El hombre nuevo es posible  

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