220.UY | Seguinos en redes

"Olor a oveja", escribe el Padre Martín Ponce de León

El pastor sabe no es primera figura puesto que su razón de ser está en cada una de sus ovejas y sin ellas no tendrá razón de ser....

Reflexiones Redacción 220.UY Redacción 220.UY

Compartir

Padre Martín Ponce de León 543534

De esa manera se manifestaba el Papa Francisco para solicitar una actitud de los pastores y que bien se puede hacer extensiva a todos los cristianos.

Dicha actitud dice de cercanía e intemperie. Dice de una Iglesia en salida porque de puertas abiertas.

Los pastores no son funcionarios que cumplen una determinada tarea sino que son seres disponibles para intentar satisfacer las necesidades de las ovejas a él confiadas.

Los pastores no son funcionarios más o menos eficientes sino que están disponibles para ayudar a las ovejas a que puedan lograr lo mejor.

Ellos conocen a sus ovejas y ello hace que las comprenda e intente dignificarlas en su condición y para ello siempre pendientes de las concretas búsquedas de cada una de ellas.

El pastor no es el que busca quedar bien sino el que ayuda en la educación y el crecimiento de esas ovejas a las que siente como suyas aunque no de su propiedad.

El pastor se sabe cuidador pero no el propietario. El ayudador pero no el que dispone.

El pastor no busca lo que desea sino aquello que más conviene a las ovejas a su responsabilidad y cuidado.

El pastor sabe no es primera figura puesto que su razón de ser está en cada una de sus ovejas y sin ellas no tendrá razón de ser.

Toda esta introducción es para recalcar la nada fácil tarea de aquella persona que debe vivir, porque pastor, con olor a oveja.

Cada cristiano está llamado a vivir esta condición puesto que responsable de alguien.

Siempre, en nuestra vida, hay alguien que nos está necesitando y, por ello, esperando así como nosotros esperamos y necesitamos.

Nuestra responsabilidad no nos construye en propietarios sino el quienes nos comprometemos a ayudarles a que se ayuden.

Nuestra responsabilidad nos debe hacer seres cercanos y disponibles puesto ello es la mejor forma de colaborar con l crecimiento de la otra persona.

No ayudamos aplaudiendo todo lo que se haga sino animando y corrigiendo.

No ayudamos pretendiendo imponer lo que “debe ser” sino promoviendo el diálogo que fomenta búsquedas.

No ayudamos dando cátedra sino colaborando en una búsqueda que debe ser compartida.

El buen pastor conoce a cada una de sus ovejas y respeta el proceso particular que cada una realiza.

Anima sus aciertos, ayuda a descubrir sus errores, alienta a persistir en sus sueños y disfruta con cada logro obtenido.

El olor a oveja no debe limitarse a una situación circunstancial sino que debe ser producto de una actitud constante.

Conoce los sueños de sus ovejas y los hace propios y sueña lo que ellas.

Para ello debe aprender a experimentar las necesidades de sus ovejas puesto que, de lo contrario, se limitará a ser un espectador de lujo de las vicisitudes de ellas.

Puede poseer una empatía plena con sus ovejas pero jamás será una oveja más sino que siempre deberá cumplir con su rol de pastor.

Las ovejas necesitan de un pastor que lleve a cabo su responsabilidad.

Allí establecerán una relación de confianza que se puede hacer entrega total y nunca llegará a ser docilidad o sumisión.

No nacemos siendo buenos pastores sino que es un algo que, con el ejercicio, vamos aprendiendo y nos vamos capacitando.

Para ello nunca se debe perder de vista el sentido de la autocrítica responsable y sincera.

Tener olor a oveja es un algo que vamos incorporando a nosotros en la medida que aprendiendo a estar a la intemperie y con todo lo que ello implica.

Ojalá pudiésemos saber ayudarnos a asumir nuestra responsabilidad de pastores y no tener miedo a poseer olor a oveja.

Lo más visto

220.UY | Más Información

Banner-Estilo-Radio